Ricardo te llevamos en nuestro corazón. Descansa en Paz.
La muerte no
es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado.
Yo soy yo,
vosotros sois vosotros.
Lo que somos
unos para los otros seguimos siéndolo
Dadme el
nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho.
No uséis un tono diferente.
No toméis un
aire solemne y triste.
Seguid
riendo de lo que nos hacía reír juntos. Rezad, sonreíd, pensad en mí.
Que mi
nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase,
sin señal de sombra.
La vida es
lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado.
¿Por qué
estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra
vista?
Os espero;
No estoy lejos, sólo al otro lado del camino.
¿Veis? Todo
está bien.
No lloréis
si me amabais. ¡Si conocierais el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si
pudierais oír el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos ¡Si pudierais
ver con vuestros ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos
que atravieso! ¡Si por un instante pudierais contemplar como yo la belleza ante
la cual todas las bellezas palidecen!
Creedme:
Cuando la muerte venga a romper vuestras ligaduras como ha roto las que a mí me
encadenaban y, cuando un día que Dios ha fijado y conoce, vuestra alma venga a
este Cielo en el que os ha precedido la mía, ese día volveréis a ver a aquel
que os amaba y que siempre os ama, y encontraréis su corazón con todas sus
ternuras purificadas.
Volveréis a
verme, pero transfigurado y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando
con vosotros por los senderos nuevos de la Luz y de la Vida, bebiendo con
embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás.
AMÉN
No hay comentarios:
Los comentarios nuevos no están permitidos.